ROBO DE MOTOS: Un delito que no va a parar (si no cambia la estrategia del Estado)
Un delito que no va a parar (si no cambia la estrategia del Estado)

Así, como están dadas las cosas, el robo de motos no va a detenerse. No vemos ningún motivo en la actualidad para pensar lo contrario.
Es evidente que esta modalidad delictiva no es centro de atención del Estado, que sigue con prácticas inconducentes, no ensayan siquiera cambios en la estrategia de persecución de este delito, que no es menor. Para la mayoría de la población, la moto es el único medio de movilidad, y el pago de las cuotas consumen parte importante de sus ingresos.
Cuando se detiene a una persona con una moto robada, se presume que es mero encubridor, y en la práctica no hay persecución penal, no hay consecuencias. Las causas quedan en la nada, y en la nada los damnificados: sin moto y sin justicia.
O como en el caso que se informó también hoy (ver nota aparte): Recuperaron una moto e identificaron a los autores del robo: el mayor de edad se fue a su casa y todo lo que perdió es la moto (ajena), mientras que el menor fue puesto a disposición de la jueza de menores, quien dispuso que se tome la declaración correspondiente y sea entregado a su progenitora bajo su guarda. ¿Cómo creen que seguirá el caso, y cómo terminará, teniendo en cuenta cómo están abarrotados de trabajo tanto en fiscalía como en el Juzgado de Menores?.
Encima, al no cambiar la estrategia de persecución del delito, los recarga más de trabajo, es un círculo vicioso. Así, las autoridades encontrarán cada vez más justificativo para explicar que no tienen capacidad de actuación. Es un círculo interminable, que se retroalimenta y se expande. También así el delito tiende a complejizarse, con modalidad de organizaciones, con roles determinados.
Por eso es tan común para muchos comprar una moto robada. La pagan a precio vil y esos pocos pesos es todo lo que pierden, en el peor de los casos.
Es la misma impunidad la que favorece la proliferación del delito. El Estado es cómplice. Y lo ratifica cuando los controles son insuficientes, cuando se puede andar sin patente e incluso estacionarla frente a una comisaría, central de policía, o frente a la misma Municipalidad.
Es la misma impunidad la que favorece la profileración del delito. El Estado es cómplice.
Los malvivientes encima son impiadosos con las autoridades, para exponerlos más, es notable cómo roban motos en sus narices y las llevan ante sus ojos, como cuando hacen la típica: Uno conduce una moto en funcionamiento, y el cómplice va a la par con la moto robada, prendido del hombro o con un pie apoyado en el pedalín de la otra. Así van rumbo a un lugar donde cambiarán el aspecto, o la desarmarán para sacar algunos repuestos y abandonarla. Podrían hacer un cementerio de pedazos de motos.
Hemos visto también a través de imágenes en la investigación de robos, cómo los policías solo miran desde el patrullero cuando circulan motos sin patentes o llevadas a la par ante sus ojos. De actuar preventivamente, hubieran recuperado esa moto.
¿Por qué un policía ha de seguir sentado en el patrullero mientras pasa una moto sin patente, o llevan una a la par?. Lo mismo aplica para los que circulan en vehículos de todo tipo sin luces reglamentarias, o en otra flagrante infracción, como cuando pasan un semáforo en rojo. Mínimamente, deberían detener la marcha del vehículo para efectuar un control, y (de no haber delito) convocar a un inspector municipal. Sería optimizar el recurso del Estado, trabajar en sintonía para lograr mejores resultados. Todo sumaría para mejorar la seguridad. Toda la carga de recursos es sostenida al fin y al cabo por los mismos ciudadanos, los que merecen mayor seguridad. Nada justifica seguir descansando en el patrullero. Y eso también lo hemos visto: los que cobran para descansar, lejos de una actitud vigilante; y el que no quiere ser vigilante, no sirve como policía, ni como inspector.
Celebramos que hay quienes tienen otro perfil, y de hecho que son los que producen algunos resultados positivos, pero vemos un problema de matriz, de dirección política (histórica, más allá del cambio de gobierno y actores). Suerte que esto puede cambiar con precisas instrucciones. De ellos depende(mos), y a ellos apelamos.
Y hay otra inacción notable, vergonzosa: cuando hay un control (por ejemplo camino al Puerto). Entonces podemos ver una fila de vehículos de todo tipo que lo único que tienen que hacer para lograr la impunidad, es esperar que se levante el control. Nadie se acercará a cazar en ese zoológico. Para los infractores, la paciencia paga con impunidad. Será suficiente esperar un rato. Eso lo utilizan también personas con otras infracciones flagrantes. Con ellos no se mete ni la policía, ni la Municipalidad. Los agentes quedan en su puesto fijo. Ellos seguirán cumpliendo la función ordenada por un superior, típico funcionario que no vino para cambiar las cosas, otro cobrador de sueldos de los que abundan en este Estado caro e ineficiente.
Hay mercado, hay delito.
Urge un cambio de estrategia.
Para que algo cambie a favor de la comunidad, tiene que cambiar la política de persecución del delito.
Gustavo Raffin - ReconquistaHOY